Asociación Nacional de Anunciantes de Colombia
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Bogotá, Colombia

ACTIVISMO CONSTRUCTIVO Y FELICIDAD

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Cuando existen tantas brechas en una sociedad como las que hay en la nuestra, aquellos que podemos hacer algo tenemos una gran responsabilidad de hacerlo. Responsabilidad es la habilidad de responder.  Por: Pedro Medina - @yccpedro, lidera Yo Creo en Colombia.

 

En el año 1999, 11 millones de colombianos participamos en la marcha más importante contra una guerra en la historia de la humanidad hasta esa época. En el 2008, 15 millones de colombianos marchamos de nuevo, liderados por seis jóvenes a través de Facebook y los medios de comunicación. Este año, los estudiantes unidos derrotaron la reforma educativa y la ciudadanía unida derrotó las reformas constitucionales. Con estos cuatro hitos, rompimos el paradigma de que los colombianos no nos uníamos para nada; mostramos habilidad de responder.

 

Las marchas dividieron la historia reciente de Colombia en dos. Pasamos de la Colombia sumisa, asustada, llena de desasosiego, desesperanza y derrotismo a una Colombia empoderada, líder, activista, con ciudadanos conscientes de su poder colectivo.

 

Si bien las marchas han logrado unos objetivos claros –unir al país en torno de unos propósitos, de un sentir, y ser catalizadoras de esta nueva Colombia–, no son la panacea. En algunos casos, las marchas destruyen más de lo que construyen, y generan unos efectos colaterales muy dañinos. Según Gene Sharp, hay 198 formas de activismo constructivo y es importante reconocer que como ciudadanos tenemos el poder de lograr cambios cuando los necesitemos.

 

Siempre que veo a alguien liderando un proyecto de activismo constructivo, noto un grado de adrenalina alto; la pasión se nota en los ojos brillantes. El empoderamiento está a flor de piel. Al activista constructivo se le siente feliz empujando su causa.

 

“Tenemos mucho que aprenderles a ustedes”, me decía un joven de Alberta, Canadá, luego de una de esas conversaciones profundas que sostuvimos durante el Foro Mundial de Voluntariado realizado hace unos meses en el coliseo de la Universidad del Norte en Barranquilla. En total, 853 personas de 60 países vinieron a Colombia a contagiarse con el espíritu del voluntariado. Le pregunté al joven canadiense a qué se refería con ese comentario y me habló de la felicidad de nuestra gente.

 

Aristóteles nos enseñó hace muchos años que la máxima búsqueda del ser humano era la felicidad. Gabriel García Márquez escribió: "No hay medicina que cure lo que no cura la felicidad". Desde hace varios años se hacen rankings mundiales de este tema. Conozco de tres. Miden 320 variables diferentes. En el 2004 y el 2012 Colombia aparece en el Sondeo Mundial de la Felicidad como el país más feliz del planeta, y en los últimos seis años hemos estado siempre en los primeros lugares. Ya hay 60 países que miden la felicidad dentro de sus indicadores de desempeño. Bután no mide PIB per cápita…, mide felicidad per cápita. La China anunció hace tres meses que en los próximos cinco años se enfocará en felicidad per cápita y no en PIB per cápita. Hay 162.000.000 de menciones en Google de este tema. Si esto es así, ¿que oportunidades existen en Colombia y qué relación tiene esto con el activismo constructivo?

 

R52P48G02VEO TRES GRANDES OPORTUNIDADES

 

Colombia debe contar el cuento con más vehemencia, metiéndole picante, contexto, textura y adrenalina. El cuento que no contamos, no cuenta. Si tenemos un atributo y no lo evidenciamos, perdemos una gran oportunidad. Sueño con el día en que uno llegue a Colombia y en los aeropuertos, las fronteras, los puertos, los terminales diga “Bienvenidos al país más feliz del planeta”, “Un niño sonríe 400 veces al día, un adulto, 20…, en Colombia dejamos salir el niño que llevamos dentro” o “En un mundo que se está secando, usted está pisando el país que más agua tiene por habitante en el planeta…, cuidemos ese recurso que es tan valioso –en Colombia todo fluye–”. Llega uno a San José de Costa Rica y en el aeropuerto lo recibe un tiplero cantando una canción típica. El aeropuerto está lleno de imágenes, algunas que brotan de las paredes, de sapos, aves y mariposas. Se nota consistencia y coherencia en cómo mercadean el país. El cuento lo debemos contar en vallas, en comerciales, en Twitter. Se habla bastante en Twitter sobre felicidad, pero poco de felicidad y Colombia.

 

Hace un tiempo me invitó una facultad de medicina a presentar ante sus estudiantes una conferencia, ¿Cómo ser feliz? Al final, uno de los profesores de pediatría me llevó de lado y me dijo que es importantísimo trabajar con los adolescentes este tema ya que está encontrando muchos casos de intentos de suicidio. Pienso que una segunda oportunidad consiste en concientizarnos sobre cómo ser felices, en trabajar con la población para que esa fortaleza que tenemos, la capitalicemos.

 

En Harvard, la clase más popular es la de Cómo ser Feliz. La da Tal Ben Shahar. La toman 1.000 estudiantes cada semestre y hay lista de espera para entrar. Desarrollé una amistad con Tal cuando estuve en Harvard y nos sentábamos una vez al mes a hablar de este tema. Él me explicó que la felicidad es donde se encuentran el placer, el significado y la fortaleza. En Colombia ya existen tres universidades que tienen su Cátedra de la Felicidad.

 

Una tercera oportunidad está en investigar el tema. Hablo con estudiantes de psicología con frecuencia y siempre acabo preguntándoles lo mismo: “¿Sabe usted quién es Freud?”. Todos responden “obvio”. Luego pregunto: “¿Sabe quién es Martin Seligman?”. Solo dos estudiantes de la Universidad de El Bosque y de la Universidad Javeriana lo sabían. Martin Seligman es un médico que se ha dedicado a estudiar la psicología positiva y la felicidad. Hay 640.000 menciones de él en Google.

 

LOS ESTUDIOS DE FELICIDAD MUESTRAN UNAS RELACIONES INTERESANTES:

 

1. La correlación entre dinero y felicidad no es muy clara, con excepción de aquellos que no tienen sus necesidades básicas y las logran. Algunos gustos y algunos lujos también pueden generar algo de felicidad. Más lujos tienen un efecto detrimental, en la medida en que la persona se preocupa por no perder todo lo que tiene.

 

2. La correlación entre felicidad y servicio es clara. Las personas más felices incorporan en su vida el tema de servicio. El activismo constructivo es un ejemplo de servicio.

 

3. La correlación entre felicidad y propósito es también muy clara. María Claudia Parias, directora de la Filarmónica de Bogotá, me contó recientemente una historia sobre un hombre muy culto y muy feliz –el señor Laverde–. Al enterarse de que este hombre va a todos sus conciertos, María Claudia lo conoció y le ofreció un carné preferencial para entrar gratis. Le pidió que viniera a su oficina a reclamarlo. Al venir, contó con la mala fortuna de que el vigilante no lo dejó entrar. Ella se lo encontró unas semanas después y le preguntó por qué no había reclamado el carné. Él le comentó lo del vigilante y le dijo que ya no quería el carné, a pesar de que ella le ofreció que se lo hacía llegar. Él le explicó que si le daba el carné, él perdía el sentido a la vida, su propósito de vida. Perpleja, ella pidió una explicación. Él le dijo: “Mi papá era un mendigo, y yo soy mendigo. Yo trabajo toda la semana con tres propósitos: bañarme los viernes para ir limpio al concierto, comprar la boleta del concierto, y escuchar en un café Internet mi música favorita. Si usted me da la boleta gratis, pierdo el propósito”.

 

Martin Seligman dice que la felicidad es cuando uno pone un talento o habilidad que uno tiene a trabajar en pro de resolver una causa más grande que uno. Pienso que el activismo constructivo es el eslabón clave entre la causa y los resultados. Sé que los seis jóvenes de la marcha del 4 de febrero de 2008 crearon un modelo que se ha de seguir en otras iniciativas en el futuro en Colombia y en América Latina.  ¿Conoce sus talentos? Si los conoce, ¿los invierte en el servicio a los demás? ¿Tiene clara una causa trascendente? ¿Qué huella está dejando? ¿Qué hace usted para ser feliz?

 

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