
A. LA LLAGA ULCERADA. Ya con el sol a cuestas y las espaldas de frente al país, lo primero que han apreciado los colombianos es una llaga grande y ulcerada producida por la mermelada que el Gobierno ha repartido como distintivo de su gestión.
La palabra mermelada la acuñó el doctor Juan Carlos Echeverry, primer ministro de Hacienda del Gobierno Santos, para referirse al nuevo reparto de las regalías, poniendo de presente que alcanzaría para todos los municipios del país, obviamente con la activa participación e injerencia de los políticos y los congresistas que conforman “La Unidad Nacional”, es decir, el brazo político del Gobierno. Y como la mermelada resultó abundante, también fueron invitados a la mesa los medios de comunicación –prensa, radio y televisión– y que de acuerdo con la información que se ha recogido, se les ha entregado más de un billón y medio de pesos para divulgar la propaganda oficial. También resolvieron participar de este “dulce convite” algunos gremios, especialmente del sector agropecuario y la Andi, el gremio de los industriales que se convirtió en un apéndice del Gobierno.
A raíz del paro agrario del pasado mes de agosto, muchos colombianos, especialmente los que viven en los grandes centros urbanos, se enteraron del malestar grande y la fuerte protesta social existente en el país, a los cuales no le habían prestado la suficiente y necesaria atención ni el Gobierno, ni los políticos, ni los parlamentarios, ni los gremios que participan de la mermelada y por su parte los medios de comunicación han tratado de restarle importancia y no han informado con la objetividad requerida acerca de los hechos que golpean al Gobierno y que son los causantes del inconformismo de todos aquellos colombianos trabajadores, luchadores y esforzados.
Esta situación nos recuerda al caudillo Jorge Eliécer Gaitán, cuando con una frase lapidaria habló del país político y del país nacional. Colombia no había visto, como ahora, una brecha tan grande entre estos dos países y que en los momentos actuales podemos describir como el país de la mermelada y el país de la producción y el trabajo.
B. QUEMADURAS DE SEGUNDO Y TERCER GRADO. Al lado de la llaga ulcerada, el paro agrario también dejó ver otras grandes quemaduras en la espalda del Gobierno. Enumeremos algunas de las más visibles y palpables:
1. Falta de autoridad. En los días anteriores a la iniciación del paro, el Presidente Santos afirmó categóricamente que el Gobierno no permitiría el bloqueo de las carreteras. Pues el bloqueo se hizo y duró hasta que los campesinos resolvieron levantar el paro. Como el bloqueo de las carreteras era inmanejable, entonces el Presidente Santos resolvió decir que solo dialogaría cuando se levantara el bloqueo, pero este tampoco se suspendió y entonces las conversaciones terminaron desarrollándose con todo y bloqueo.
2. Las vías de hecho. Con el paro agrario resultó palpable que el Gobierno se doblega ante las acciones de fuerza y atiende primero que todo las pretensiones de quienes tienen la mayor capacidad de perturbar el orden público, desafiando a la autoridad y atropellando los derechos de lo demás. Quienes han estado atentos a los sucesos ocurridos a lo largo de esta administración, recuerdan que esta debilidad del Gobierno ha sido una de sus características, presente desde los primeros meses de su gestión, cuando los camioneros organizaron un paro, bloquearon las principales entradas de las capitales y le ganaron el pulso al Gobierno de manera contundente, impidiendo la derogación de la tabla de fletes, que era el propósito principal del Gobierno.
3. El papel de bombero. La única manera que tuvo el Gobierno de conjurar el paro agrario fue atendiendo a la carrera las peticiones de los campesinos para que les entregaran subsidios, se establecieran salvaguardias para las importaciones de varios productos agrícolas, se controlaran los precios de los insumos y se tomaran otras medidas con respecto a factores que los afectan adversamente, todo lo cual termina acentuando aún más la protección del sector agrícola, a pesar de que la realidad nos ha mostrado hasta la saciedad que ese modelo proteccionista ha sido nefasto para el país, porque los resultados dejan ver que el crecimiento del sector agropecuario ha sido muy bajo y la situación del campesino sigue siendo muy precaria.
4. Falta de dirección y coordinación. Muchos no podíamos creer, cuando vimos por la televisión al presidente Santos hablando desde Tunja, adonde viajó para dialogar con los paperos y entonces afirmó que él no tenía conocimiento del compromiso que había firmado el ministro de Agricultura en el mes de marzo. Por eso, con toda la razón decía un dirigente campesino “que en este Gobierno hay que hacer paros para firmar y hay que hacer paros para recordar lo que se firmó”. La realidad es que en la orquesta cada ministro toca por su lado y el director no se entera de la partitura.
5. Rechazo de la población al Presidente. Cuando el doctor Santos resolvió aparecerse en Tumaco, el pasado mes de octubre, después de más de dos semanas sin energía, por dos atentados de la guerrilla, tuvo que refugiarse en una guarnición de la Armada Nacional por las enardecidas protestas de los pobladores y ya en ocasión anterior sus asesores le habían aconsejado no hacerse presente en el partido de fútbol Colombia-Chile para evitar otra ensordecedora rechifla como la que tuvo que soportar cuando visitó a Cali con motivo de la celebración de unos juegos mundiales.
6. Desconocimiento o indiferencia frente a la problemática del país. No resulta fácil creer que después de toda la inconformidad expresada por los dirigentes de las organizaciones de base del sector agropecuario en los primeros meses del año y más adelante después de haberse anunciado, con cerca de dos meses de anticipación, la celebración del paro agrario para el día 19 de agosto, el Gobierno le presentará al Congreso de la República el presupuesto general de la Nación con un recorte de más de 47 % en las partidas para el sector agropecuario, reduciendo el monto de $3,4 billones que se estableció en el año 2013 a $1,8 billones para el año 2014. Obviamente, a raíz del paro, el Gobierno incrementó rapidito la partida a $5,2 billones para tratar de atender los compromisos, adquiridos con los campesinos. Ya nos podremos imaginar el enorme problema del desmonte de esos subsidios y ayudas ofrecidas.
No seguimos enumerando más quemaduras para no fatigar al lector y también porque al Gobierno no le quedaría ninguna parte buena de la espalda.
C. EL RETROCESO DEL PAÍS. Por casi todos los flancos es palpable el deterioro que muestra el país durante el tiempo que lleva esta Administración. Enumeramos en forma breve los principales:
1. El orden público y la seguridad ciudadana. Los ataques terroristas, los atentados a la infraestructura, la extorsión y la inseguridad ciudadana se han incrementado de manera preocupante y ya son el pan de cada día. Entre los hechos que aún están frescos cuando se escribe este artículo, mencionemos tres: a) La empresa Hidmospill, principal operador para atender las emergencias por derrame de hidrocarburos informó (ver Portafolio de octubre 30) que en el año 2012 hubo 350 emergencias y que en el presente año hasta septiembre, ya iban más de 500 contingencias atendidas. b) Tumaco sufrió dos atentados en menos de dos semanas que lo dejaron sin electricidad y agua durante 18 días con enormes perjuicios para la actividad económica de esa población. c) El país, estupefacto, se enteró del retén que instalaron los guerrilleros a plena luz del día entre Neiva y Caño Cristales, reteniendo una caravana de más de 120 vehículos y por un tiempo superior a dos horas y finalmente la guerrilla autorizó la continuación del viaje después de recibir $500.000 por cada vehículo. La conclusión es muy sencilla: El orden público está por fuera del control del Gobierno y los habitantes de las ciudades ven que el crimen, el chantaje y la extorsión cobran cada vez mayor fuerza y virulencia.
2. La desaceleración de la economía. La situación económica del país era mucho más sólida y mostraba más empuje y vigor al inicio de la administración Santos que ahora en el ocaso, cuando se registra una clara desaceleración, especialmente en sectores estratégicos como la industria y la agricultura, pero en general en todo el aparato productivo, tal y como lo sienten los empresarios, cuya opinión la comentaremos más adelante.
3. Deterioro de las finanzas públicas. Los compromisos adquiridos con los participantes del paro agrario, obligaron al Gobierno a incrementar sustancialmente los recursos para este sector y a elevar el presupuesto de la Nación para el próximo año en más de $3 billones, para lo cual fue necesario restablecer de nuevo los dos puntos del gravamen a los movimientos financieros y dejarlo otra vez en el 4 por mil. Iniciamos ya una nueva reforma tributaria que seguramente continuará el próximo año para conseguir más ingresos, frente a la problemática de los precios de los combustibles, el enorme costo del paro agrario y lo que va a significar el montaje y el desarrollo de las próximas campañas electorales.
4. La salud. Durante estos casi tres años y medio del actual mandato, el deterioro en la prestación de los servicios de la salud es cada vez más angustioso, hasta el punto de convertirse posiblemente en la mayor queja de los colombianos y lo único que se le ocurre al Gobierno, ya casi para finalizar su gestión, es proponer una reforma que no va a solucionar el problema y por eso creemos que “lo menos peor que le puede pasar al Gobierno es el hundimiento de esa reforma”. Al lado de esta tremenda inconformidad de los colombianos, se ha venido a sumar una nueva preocupación que antes no ocupaba los primeros puestos; se trata de la corrupción, práctica que se extiende como una mancha de aceite por todas partes, contaminando con furor inusitado el poder judicial.
5. La Haya. Y para concluir con este recuento, añadámosle el infortunado fallo de la Corte Internacional de La Haya sobre la pérdida de una considerable porción de nuestro mar de San Andrés, fallo con respecto al cual el Gobierno se encargó de crear confusión, con los cambios de criterio respecto a los alcances del mismo y la famosa perla de la ministra de Relaciones Exteriores, contándole al país, de manera anticipada, que el fallo sería salomónico.
D. EN LA RECTA FINAL. El Gobierno tendrá que correr el último tramo de la carrera en medio de circunstancias muy difíciles, porque el paro agrario está fresco y aún no conjurado del todo; paro que destapó un sentimiento de inconformidad general, que se ha llevado de paso las viejas instituciones agropecuarias, pero lo que resulta mucho más grave es la pérdida de la confianza de los colombianos en el Gobierno, en el Congreso, en los partidos políticos, en la justicia infectada además de corrupción y politiquería, instituciones estas que sustentan nuestra democracia y que tienen un rechazo de la opinión por encima de 70 % y en algunas de ellas de más de 80 %.
Todo esto explica fácilmente el creciente pesimismo de los colombianos a lo largo de la actual administración, al cual se le ha sumado de manera particular el pesimismo de los empresarios, registrado en una encuesta de Invamer Gallup que contrató la revista Dinero y que se publicó en su edición número 432 de octubre 18 del presente año, encuesta en la que se consultó la opinión de 200 empresarios y que según Dinero “mostró que compartían una percepción sombría sobre lo que se viene para el país en el futuro inmediato”.