
A este hombre que llegó a sus 86 años, político, intelectual y a la vez empresario, lo reconocieron en su momento medios nacionales de la categoría de El Tiempo como “el poder detrás del poder”, por su cercanía con el expresidente Virgilio Barco y por su estrecha relación con empresarios de la talla de Hernán Echavarría. Ejerció con su particular temperamento inconformista todas las ocupaciones que cautivaron su atención.

Quienes se cruzaron con él mientras litigó como abogado y mientras ejerció como profesor universitario dan fe de ello, así como aquellos que lo conocieron mientras trabajó 12 años como alto ejecutivo del grupo Santo Domingo. El sector petrolero, el petroquímico, el del gas, el de los seguros –como presidente de Colseguros–, el de la finca raíz y el de la cultura conocieron su poder para dar consejos sabios, para convencer, para gestionar, para modernizar y afianzar, para crear vínculos y para no perder batallas, en pocas palabras, para hacer florecer actividades privadas y públicas a pesar de las diferencias buscando siempre el bienestar colectivo.
Inteligencia
Inteligencia es vivir una vida formidable como la que vivió Gustavo Vasco. Tantas actividades y tanta versatilidad hicieron parte de su vida, bastan sus huellas para reconocerlo. Su huella en las instituciones a través de la administración Barco, la embajada en Venezuela, la creación del Instituto de Ciencia Política, en las empresas, en el arte, como fundador con Fanny Mikey del Teatro Nacional y del Festival Iberoamericano de Teatro, en la familia, como faro permanente.
Mauricio Vasco