Asociación Nacional de Anunciantes de Colombia
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Bogotá, Colombia

EN 2011 COLOMBIA FRENTE AL GOBIERNO SANTOS, SUEÑOS Y REALIDADES

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Ojalá  que el “dream team” no vaya a quedarse con el “dream program” debajo del brazo, porque las realidades que se han vivido en el  corto trayecto de la actual administración le van ganando ampliamente la partida a los sueños del Gobierno y a las esperanzas de los colombianos. Por Guillermo Núñez Vergara, expresidente de la Asociación Bancaria.


 

El comienzo y los primeros pasos del actual Gobierno fueron bien recibidos por los colombianos. El discurso de posesión del Presidente Santos fue claro y preciso. Señaló los principales ejes que le servirían de apoyo para el desarrollo de sus tareas, comenzando por el combate contra la pobreza; prometió especial atención en la reparación de las víctimas de la violencia, la devolución de tierras, la normalización de las relaciones con Venezuela y el Ecuador y la lucha contra la corrupción.

 

También se le presentó al país la propuesta de las cinco locomotoras –infraestructura, vivienda, agricultura, minería e innovación– para impulsar el desarrollo y una serie de iniciativas para llevar al Congreso, como la ley del primer empleo, la reforma al régimen de la salud, la reforma de las regalías, la regla fiscal, la sostenibilidad financiera y algunas otras. Además, la distensión de las relaciones con Venezuela y el Ecuador generaron un nuevo ambiente con estos vecinos. Todo este conjunto de iniciativas tuvo una aprobación general de la opinión pública. Para desarrollar el programa, el Presidente conformó un grupo de colaboradores competentes que la prensa los identificó como el “dream team”.

Desde el comienzo, el Gobierno fijó sin dubitaciones un Norte, hacia el cual se propuso encauzar y enrumbar su tarea. Infortunadamente, en la parte inicial del recorrido ya se han presentado situaciones y hechos que van nublando el panorama y creando confusión, desconcierto e incertidumbre en la opinión. Aquí mencionaremos las fallas y equivocaciones más protuberantes.

 

1. El orden público. La lista la encabeza el deterioro del orden público y la seguridad ciudadana que son motivo de seria preocupación. Se han incrementado en forma  visible  los ataques de las Farc a la fuerza pública y a la Policía; ha regresado con fuerza la extorsión y el secuestro; ya comienza a sentirse la inseguridad en las carreteras y en los centros urbanos, el atraco, el robo y los homicidios van en aumento. Esto quedó claramente registrado en la encuesta de Gallup de febrero del presente año, en donde el 64% de las personas interrogadas manifestaron sentir una mayor sensación de inseguridad y que las cosas en este frente están empeorando. Y todo esto sucede con el agravante de la percepción que tienen el Ministro de Defensa y algunos altos mandos militares de que la seguridad está mejorando.

2. El costo de vida. Aunque la   inflación del 0.6% del mes de febrero de este año, último dato disponible al escribir este artículo, resultó inferior a los pronósticos de los entendidos, no por eso puede dejar de pensarse que el aumento de los precios será uno de los mayores dolores de cabeza para el Gobierno y tendrá especial impacto en el renglón de los alimentos, es decir en el mercadito de los colombianos. Además, las expectativas de inflación van en aumento, lo cual condujo al Banco de la República, a fines de febrero, a producir el primer incremento en la tasa de interés de referencia, después de largos meses de mantenerla en el 3% anual.

 

Con el costo de vida pasa lo mismo que con el orden público.  El crecimiento de la inconformidad resulta palpable en la encuesta de Gallup. Mientras en el mes de septiembre de 2010, el 38% de los entrevistados desaprobó el manejo que el Gobierno le estaba dando a los precios, ya para febrero la desaprobación era de 60% y el 76% de los encuestados consideró que la situación estaba desmejorando.

 

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3. El empleo. El punto central del Gobierno Santos fue el compromiso de crear 2.500.000 nuevos puestos de trabajo en el sector formal de la economía e incorporar 500.000 informales y esta prioridad en la política social constituye el mejor instrumento para combatir en forma efectiva la pobreza.

Para este propósito, la iniciativa que se presentó fue la de establecer beneficios tributarios y algunos otros incentivos como el no pago del registro mercantil para empresas pequeñas que operan de manera informal, lo cual se tradujo en la aprobación de la Ley 1429 sobre la formalización laboral y el primer empleo. Con esta norma se pretende incorporar al sector formal a los trabajadores que laboran para personas naturales o pequeñas empresas, con una nómina  inferior a 50 personas y unos activos que no superen los 5.000 salarios mínimos mensuales.

Es claro que para solucionar la compleja problemática de la segmentación del mercado laboral, en donde una parte de los trabajadores pertenece a las empresas del sector formal y la mayor parte se encuentra en el sector informal, la Ley 1429 resulta apenas un paño de agua tibia.

La informalidad está creciendo cada vez más y hoy la mayor parte de la población ocupada se encuentra en este sector, en donde terminan refugiándose los menos educados o se van a engrosar las filas del desempleo, porque las empresas del sector moderno básicamente generan puestos de trabajo para las personas con educación superior.

Esta situación conlleva necesariamente a que se agrande la brecha de la desigualdad,  porque la situación de los informales es cada vez más precaria con respecto a los trabajadores del sector formal.

La dramática situación del mercado laboral colombiano exige una agresiva política del Gobierno, capaz de generar demanda de trabajo para esa enorme población de los informales y desocupados y al mismo tiempo ofrecer unos programas de gran envergadura para ir capacitándolos  en trabajos de mayor productividad.

Los colombianos perciben que la actual situación no se está atacando a fondo  y así  lo muestra la encuesta de Gallup con un incremento del pesimismo sobre el desempleo, que en septiembre del año pasado registraba una cifra del 37% de los encuestados y en febrero de este año  había subido al 60%.

4. La revaluación. Es importante tener claro que el Gobierno y el Banco de la República mantendrán una política que no permitirá una depreciación apreciable del peso, de tal manera que en el sector exportador las únicas actividades que muestran buenos resultados son las de los productos tradicionales, es decir, el sector energético y minero, cuya producción registra muy buenos precios en el mercado internacional y el café que también ha tenido un alza importante en el precio. Estas exportaciones de productos tradicionales llegaron a un total de US$25.351 millones el año pasado, con un incremento de 41.2% con respecto al año 2009. En cambio, los productos no tradicionales registraron un descenso de 2.9% en el mismo período, pasando de US$14.900 millones a US$14.468 millones. Sin una devaluación considerable las empresas de productos de exportación no tradicionales no podrán levantar cabeza y menos aún  cuando la tendencia es más bien hacia la revaluación, situación que además golpea las actividades que sin estar en la exportación, hacen parte del sector de los bienes transables.

R44P28G03En resumen, ni el Gobierno hará los esfuerzos suficientes para reducir el gasto, con el fin de aliviar la presión sobre el endeudamiento externo, ni el Banco de la República tomará medidas que tengan algún impacto de consideración, como el establecimiento de encajes al financiamiento externo que el año pasado tuvo un crecimiento superior a US$9.000 millones, lo cual contribuye a ponerle más leña al fuego de la revaluación.

En estas condiciones, resulta poco atractivo pertenecer al sector exportador no tradicional o hacer parte del sector de los bienes transables, puesto que no habrá medidas que permitan una devaluación que valga le pena y menos en las condiciones actuales, ya que ello significaría un mayor dolor de cabeza para el manejo de la inflación y este  aspecto tiene para el Banco de la República la más alta prioridad. Los sectores mencionados que son los perdedores en el juego de la política económica, no están en condiciones de generar una demanda importante de mano de obra que pueda contribuir en forma sustancial a la creación de los 2.500.000 puestos de trabajo.

5. Los famosos reversazos. La primera gran sorpresa fue la derogatoria del Decreto que fijó el incremento del salario mínimo en el 3.17% para el año 2011 y cuya vigencia duró solo ocho días, porque el señor Presidente en la visita al departamento del Atlántico en la primera semana de enero y al lado del boquete del Canal del Dique, le notificó al país y les ordenó a los ministros encargados de esta materia que procedieran a preparar un nuevo Decreto con un aumento de 4% en el salario mínimo. Semejante decisión, tomada en esas circunstancias, no solo genera desconcierto, sino que además traerá serias consecuencias para las futuras negociaciones, porque la Comisión de Concertación Salarial quedó vuelta trizas y los ministros que hacen parte de la misma, seguramente todavía no entienden qué pasó.

 

La segunda sorpresa apareció unas pocas semanas después, cuando se presentó el Plan de Desarrollo y en donde se propuso elevar la edad de la pensión, iniciativa que se derogó en doce horas, por obra y gracia del señor Vicepresidente de la República.

El tercer reversazo se produjo cuando el Gobierno resolvió encargarse del manejo de los camiones y tractomulas, tratando de ponerlos a funcionar sin la tabla de fletes, lo cual terminó con el bloqueo que produjeron esos enormes aparatos en los puntos neurálgicos de Bogotá y también en otras ciudades y carreteras, con unas enormes pérdidas y graves perjuicios para los sufridos ciudadanos. Quienes resultaron triunfadores fueron los promotores de semejante protesta, es decir, los camioneros y la organización que los agrupa, que sin inmutarse resolvieron acudir a las vías de hecho y por este medio obligar al Gobierno a echar marcha atrás, única maniobra para desatascar las calles y carreteras.

En todos estos acontecimientos ha participado activamente el Vicepresidente de la República que actúa como una especie de líbero, es decir, el jugador que en el football no tiene una posición fija, sino que se mueve en toda el área defensiva. En el caso del Vicepresidente, su papel en el juego es el de un líbero especial, porque no solamente aparece en el área de la defensa, sino que se mueve por toda la cancha, unas veces en apoyo de los demás integrantes del equipo y otras veces para tratar de quitarles el balón, porque no está de acuerdo en la forma como lo están transportando.

 

Todos estos acontecimientos y sucesos que se han presentado durante el recorrido de este tramo inicial de siete meses han generado confusión y desconcierto y además despiertan interrogantes e inquietudes sobre la capacidad que pueda tener el Gobierno para restablecer el rumbo y que no se le siga extraviando.

Ojalá que el “dream team” no vaya a quedarse con el “dream program” debajo del brazo, porque las realidades que se han vivido en el corto trayecto de la actual administración, le van ganando ampliamente la partida a los sueños del Gobierno y a las esperanzas de los colombianos.

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