Asociación Nacional de Anunciantes de Colombia
Calle 98 # 9 - 03 Oficina 606
Bogotá, Colombia

Cómo las voces afectan la certeza de la información

 

En esta ocasión quiero que me acompañen a reflexionar sobre el futuro del hermoso oficio de la locución.
Algunas emisoras y cadenas de radio, importantes tanto por su fortaleza técnica como por su tradición, han implantado un interesante y nuevo sistema para difundir la noticia: ahora no lo hacen mediante la voz de un locutor profesional, sino de manera directa, por el corresponsal o reportero del caso.
Sin embargo, la novedad está afectando, con alguna frecuencia, la certeza de la información debido a claras manifestaciones de ligereza y de falta de preparación de los comunicadores.
Leer o salmodiar la noticia a velocidades de vértigo, sin respirar correctamente, atropella la vocalización y erosiona la dicción; quienes así actúan, consideran que, de esta mala manera, le dan más realce a la novedad y despiertan y cautivan la atención del oyente.
En música, las pausas son música: en comunicación oral, las pausas son comunicación.
Porque la pausa, entre otras bondades, nos deja respirar y coordinar las ideas que estamos exponiendo, y permite que el interlocutor asimile lo que estamos diciendo.
Ahora bien: no podemos confundir la pausa con el vacío indolente, con el bache.
Ese es uno de los aspectos preocupantes. Otro, muy grave por cierto, lo constituye el mal uso del idioma. Es verdad que las lenguas son dinámicas, pero eso no implica que la estructura de ellas pueda ser desconocida o atropellada por el locutor o comunicador, de acuerdo con la precipitación e ignorancia de ellos.
Los errores prepositivos, el uso errado de los tiempos verbales, la ausencia de sintaxis y el paupérrimo vocabulario están causando daño inmenso a la bella lengua española que hablamos. Y lo triste es que estos errores ya comienzan a invadir la información escrita. Estas faltas irrespetan al destinatario de nuestros mensajes y alteran el contenido de estos, porque les restan certidumbre.
Otro fenómeno, que preocupa aún más, se presenta en algunos programas de pseudociencia o de simple entretenimiento, en los cuales se utiliza un lenguaje soez, que rebasa la capacidad, además de difundir contenidos equivocados que conducen a comportamientos no deseados.
La radiodifusión colombiana y nuestras universidades, que tengan facultades y escuelas de comunicación y periodismo, deben poner atención especial a estos problemas para corregirlos sin tardanza, con medidas eficaces, tales como la vinculación de expertos fonoaudiólogos que hagan énfasis en el correcto manejo de la voz, de instructores de lectura, vocalización y dicción, y de verdaderos maestros del idioma español.
Felicito a la Asociación Colombiana de Locutores y Comunicadores porque ya ha acometido esta tarea gracias a los cursos que dicta, a infantes y adultos, sobre técnicas de comunicación oral.
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Tan importantes como las fuentes de la noticia son las voces que la comunican. Al parecer, calificar esta cualidad viene olvidándose, y la certidumbre, la seguridad y la confianza se están reemplazando por la inseguridad, la incertidumbre, la desconfianza y algo más grave aún, la ausencia. Por Julio Echeverry Saavedra, publicista.

 

En esta ocasión quiero que me acompañen a reflexionar sobre el futuro del hermoso oficio de la locución.
Algunas emisoras y cadenas de radio, importantes tanto por su fortaleza técnica como por su tradición, han implantado un interesante y nuevo sistema para difundir la noticia: ahora no lo hacen mediante la voz de un locutor profesional, sino de manera directa, por el corresponsal o reportero del caso.

Sin embargo, la novedad está afectando, con alguna frecuencia, la certeza de la información debido a claras manifestaciones de ligereza y de falta de preparación de los comunicadores.

 

Leer o salmodiar la noticia a velocidades de vértigo, sin respirar correctamente, atropella la vocalización y erosiona la dicción; quienes así actúan, consideran que, de esta mala manera, le dan más realce a la novedad y despiertan y cautivan la atención del oyente.

En música, las pausas son música: en comunicación oral, las pausas son comunicación.
Porque la pausa, entre otras bondades, nos deja respirar y coordinar las ideas que estamos exponiendo, y permite que el interlocutor asimile lo que estamos diciendo.

Ahora bien: no podemos confundir la pausa con el vacío indolente, con el bache.

 

Ese es uno de los aspectos preocupantes. Otro, muy grave por cierto, lo constituye el mal uso del idioma. Es verdad que las lenguas son dinámicas, pero eso no implica que la estructura de ellas pueda ser desconocida o atropellada por el locutor o comunicador, de acuerdo con la precipitación e ignorancia de ellos.

 

Los errores prepositivos, el uso errado de los tiempos verbales, la ausencia de sintaxis y el paupérrimo vocabulario están causando daño inmenso a la bella lengua española que hablamos. Y lo triste es que estos errores ya comienzan a invadir la información escrita. Estas faltas irrespetan al destinatario de nuestros mensajes y alteran el contenido de estos, porque les restan certidumbre.

 

R42P46G2Otro fenómeno, que preocupa aún más, se presenta en algunos programas de pseudociencia o de simple entretenimiento, en los cuales se utiliza un lenguaje soez, que rebasa la capacidad, además de difundir contenidos equivocados que conducen a comportamientos no deseados.

 

La radiodifusión colombiana y nuestras universidades, que tengan facultades y escuelas de comunicación y periodismo, deben poner atención especial a estos problemas para corregirlos sin tardanza, con medidas eficaces, tales como la vinculación de expertos fonoaudiólogos que hagan énfasis en el correcto manejo de la voz, de instructores de lectura, vocalización y dicción, y de verdaderos maestros del idioma español.

 

Felicito a la Asociación Colombiana de Locutores y Comunicadores porque ya ha acometido esta tarea gracias a los cursos que dicta, a infantes y adultos, sobre técnicas de comunicación oral.

 

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