El alcance y la influencia convierten a la televisión en el medio al que se le debe exigir mayor responsabilidad. La agresividad, el morbo, el sexo y la vulgaridad a que tantos niños están expuestos más de dos horas diarias, no cesa. Argumentos encontrados señalan a los responsables, pero en tres décadas no ha pasado nada. Construir sociedad se hace inminente, por lo tanto las empresas y quienes trabajan para exponerlas en los medios deben revisar su Misión, Visión, Valores y Logros, antes de seguir apoyando a quienes erosionan a través de sus apuestas los valores que necesitamos en el país. Por John Chiswell, publicista.
En 1976, una investigación realizada por J. Walter Thompson Company reveló una gran preocupación e inconformidad de la teleaudiencia británica por el contenido desmedido de violencia, sexo y vulgaridad en la programación de TV.
Para muchos de los entrevistados, la calidad del entretenimiento en televisión iba en franco deterioro ya que además de ser una expresión de mal gusto era una provocación explosiva de los instintos más bajos de la gente.
Al mismo tiempo, investigaciones realizadas en Estados Unidos reportaron objeciones de la teleaudiencia ante el grado de violencia en TV, la cual consideraban dañina en general, y 45% la veían extremadamente nociva para los niños.
Evaluados los resultados, se llegó a considerar que el rechazo del público podría traducirse en un boicot de los productos que auspiciaban los programas objetables. Hubo, además, un sector importante que veía la necesidad de imponer controles gubernamentales a la programación.
Casi 35 años más tarde el problema persiste, pero nuestra niñez de hoy difícilmente se angustia ante la violencia de aquella época.
La agresividad, el morbo, el sexo y la vulgaridad a que tantos niños están expuestos más de dos horas diarias en TV, se han encargado de insensibilizarlos, a la vez que ha ido deteriorando sus valores.
Si bien se trata de un fenómeno mundial, parece haberse magnificado aún más en muchos países emergentes, y todo indica que Colombia está lejos de ser la excepción.
Guerra en el aula, acoso escolar, porno en familia, tragos infantiles, pandillas en auge, son sólo algunos de los titulares de prensa recientes que evidencian ese deterioro y que se ve reflejado en las estadísticas reportadas en el diario El Tiempo y la revista Semana:
* 9 de cada 10 niños de 10 años han consumido alcohol; 70% considerados activos.
* 71% de los jóvenes creen que está bien infringir la ley.
* ? 26% de los adolescentes (13-15 años) han tenido relaciones sexuales.
* 24% de los jóvenes han contemplado el suicidio.
* 87% de los niños dicen que su fuente de información es la TV solo 8%, sus padres.
* Hay más de 1.300 pandillas en Bogotá, con más de 20.000 integrantes… jovencitos en tribus urbanas.
* 70% de los adultos creen que cuando los niños crezcan van a estar peor que ahora.
* 40% de los adultos desconfían del comportamiento de sus hijos cuando no están.
* 68% desconfían que los demás cumplan leyes. ? Más de cien casos diarios de violencia escolar en Bogotá…; 42.000 reportados en colegios distritales en 2009.
Sin duda, aparte del medio televisivo, hay muchos otros frentes en que habrá que actuar para conservar y promover una sana y respetable vida comunitaria; pero la TV, por los alcances y el poder contundente de influencia, es la que más podría aportar para evitar que se sigan erosionando nuestros valores de familia y país, con miras a conservar y promover una más sana y respetable vida comunitaria.
La situación no es buena, y de continuar, una proyección de 5 ó 10 años causa angustia. Pero la concientización del problema se va generalizando, así como la necesidad de encontrarle solución y con ello se van generando actitudes e iniciativas que son motivo de optimismo.
Las posiciones preelectorales y los debates de los candidatos subrayaron la preocupación de todos por la cultura y la educación, a la vez que censuraron el contenido de ciertos programas televisivos que ponían la rentabilidad de los altos ratings por encima de la responsabilidad social.
En cuanto a la educación, el Partido Liberal propuso la extensión de la jornada escolar con miras a que abarque mañana y tarde, a fin de propiciar mayor profundidad en lo académico, una más cercana convivencia entre el alumnado y el profesorado, la generación del espíritu de equipo, disfrute del deporte, del arte y de un mayor sentido de comunidad, para así lograr una educación integral, no solo académica, y además ajena a la cultura de violencia que se da en las calles.
Ante la expectativa de que estas sanas intenciones se vayan materializando, se vislumbra la posibilidad de que el sector privado haga efectivos los compromisos de responsabilidad social que la gran mayoría expresa en sus respectivas declaraciones de Misión, Visión, Valores y Logros. Esto es particularmente relevante si se procura que la selección de los programas que auspician sea más coherente con los postulados de su credo corporativo.