Asociación Nacional de Anunciantes de Colombia
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Bogotá, Colombia

A las generaciones que no dejarán que esta patria se disuelva

R41P58G1

Con motivo de la conmemoración del décimo aniversario del fallecimiento de Rodrigo Lloreda Caicedo, su hijo, Francisco José Lloreda Mera, pronunció estas palabras ante compañeros, amigos de su padre y su familia, reunidos el pasado 20 de enero en el Cantón Norte de Bogotá.

 


Difícil plasmar en pocas líneas lo que siento sobre mi padre; sería el narrar de un corazón que aún no se repone de su ausencia; el de un ser humano que lo busca entre sueños. Por eso, prefiero retomar apartes del último diálogo que sostuvimos con él días antes de morir cuando nos reunió en familia y una vez más nos hizo partícipes de su esencia y de la razón de su existencia. Así nos habló:
“Quiero decirles que me hubiera gustado tener más tiempo para ustedes, verlos crecer en sus familias; pero me da la impresión de que Dios no me va a dar esa oportunidad.” “Recuerden que el periódico más que una empresa, es una misión: es el aporte que podemos nosotros darle a una comunidad y es la forma de enfrentar con valor a los agentes del mal, a las fuerzas negativas que se mueven en nuestra sociedad.” “Me preocupa la suerte de mi país, mi patria. Hice todo lo posible por servirla, en mi región, en la educación de las nuevas generaciones, en el manejo de su política externa, en su preparación para enfrentar todas las amenazas que se ciernen sobre ella. Esas labores nunca se completan, pero habrá generaciones nuevas, fuertes, vigorosas que no dejarán que la patria se disuelva.” “Yo creo que lo más importante es que recuerden que en la vida hay cosas fundamentales y otras que no lo son. Es fundamental la familia, es fundamental estar en paz con uno mismo, practicar el bien. Lo demás, la ambición, el dinero, el poder, son cosas efímeras que no hay que rehuirlas, siempre y cuando desde allí puedan realizar algo en beneficio de los demás.”
“De pronto anticipo muchos de estos pensamientos porque no sé con el curso de esta enfermedad en qué momento pueda perder la capacidad de discernimiento. He luchado mucho con la enfermedad, llevo seis meses por lo menos en esa lucha terrible que ha minado mi cuerpo y que empieza a debilitar mi propia capacidad de lucha.” “Hace ya mucho rato que entendí que en mi vida eran más importantes las responsabilidades que las ambiciones, por eso cuando me acerco al tema de cuál sería la forma como debo despedirme ya no de mi familia sino de mi patria encuentro una enorme dificultad para trazar parámetros. Quisiera fallecer en Cali, si así ocurre, porque es mi tierra y si han de hacerme algunos homenajes en Bogotá, quiero que sean lo más discretos y austeros posibles. Me gustaría tener una misa en el Cantón Norte por los soldados que luchan en los sitios más lejanos de mi patria.”
“No tengo rencores, a mis adversarios ocasionales les tiendo la mano. A quienes me han brindado su amistad y su apoyo, les agradezco.” “Lo mejor que me ha ocurrido a mí en la vida fue encontrarme con María Eugenia; tienes que ser fuerte y quiero que te mantengas porque te necesitan.” “Por ahora voy a parar porque estoy un poco cansado…”
Fue la última vez que estuvo lúcido. Murió a los pocos días. Tenía 57 años. Rodrigo Lloreda vive en la memoria de quienes lo recordamos y extrañamos?

Difícil plasmar en pocas líneas lo que siento sobre mi padre; sería el narrar de un corazón que aún no se repone de su ausencia; el de un ser humano que lo busca entre sueños. Por eso, prefiero retomar apartes del último diálogo que sostuvimos con él días antes de morir cuando nos reunió en familia y una vez más nos hizo partícipes de su esencia y de la razón de su existencia. Así nos habló:

 

“Quiero decirles que me hubiera gustado tener más tiempo para ustedes, verlos crecer en sus familias; pero me da la impresión de que Dios no me va a dar esa oportunidad.” “Recuerden que el periódico más que una empresa, es una misión: es el aporte que podemos nosotros darle a una comunidad y es la forma de enfrentar con valor a los agentes del mal, a las fuerzas negativas que se mueven en nuestra sociedad.” “Me preocupa la suerte de mi país, mi patria. Hice todo lo posible por servirla, en mi región, en la educación de las nuevas generaciones, en el manejo de su política externa, en su preparación para enfrentar todas las amenazas que se ciernen sobre ella. Esas labores nunca se completan, pero habrá generaciones nuevas, fuertes, vigorosas que no dejarán que la patria se disuelva.” “Yo creo que lo más importante es que recuerden que en la vida hay cosas fundamentales y otras que no lo son. Es fundamental la familia, es fundamental estar en paz con uno mismo, practicar el bien. Lo demás, la ambición, el dinero, el poder, son cosas efímeras que no hay que rehuirlas, siempre y cuando desde allí puedan realizar algo en beneficio de los demás.”

 

R41P58G2“De pronto anticipo muchos de estos pensamientos porque no sé con el curso de esta enfermedad en qué momento pueda perder la capacidad de discernimiento. He luchado mucho con la enfermedad, llevo seis meses por lo menos en esa lucha terrible que ha minado mi cuerpo y que empieza a debilitar mi propia capacidad de lucha.”

 

“Hace ya mucho rato que entendí que en mi vida eran más importantes las responsabilidades que las ambiciones, por eso cuando me acerco al tema de cuál sería la forma como debo despedirme ya no de mi familia sino de mi patria encuentro una enorme dificultad para trazar parámetros. Quisiera fallecer en Cali, si así ocurre, porque es mi tierra y si han de hacerme algunos homenajes en Bogotá, quiero que sean lo más discretos y austeros posibles. Me gustaría tener una misa en el Cantón Norte por los soldados que luchan en los sitios más lejanos de mi patria.”

 

“No tengo rencores, a mis adversarios ocasionales les tiendo la mano. A quienes me han brindado su amistad y su apoyo, les agradezco.” “Lo mejor que me ha ocurrido a mí en la vida fue encontrarme con María Eugenia; tienes que ser fuerte y quiero que te mantengas porque te necesitan.” “Por ahora voy a parar porque estoy un poco cansado…”

 

Fue la última vez que estuvo lúcido. Murió a los pocos días. Tenía 57 años. Rodrigo Lloreda vive en la memoria de quienes lo recordamos y extrañamos.

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