Asociación Nacional de Anunciantes de Colombia
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Bogotá, Colombia

10 años Indispensables: Fundación BAT Colombia

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A lo largo de la última década la Fundación BAT Colombia se ha convertido en una herramienta vital, donde la cultura colombiana ha encontrado el escenario ideal para mostrarse. Por Fernando Toledo, escritor, gestor de actividades culturales.

 

r41p44g2Por los días del despunte del nuevo milenio oí que la compañía British American Tobacco había creado una fundación cultural cuyo objetivo era “promover, difundir, valorar, visibilizar, robustecer y proyectar la importancia de la cultura popular colombiana en todas sus manifestaciones, con el fin de contribuir al fortalecimiento del tejido social y al desarrollo del país”. A pesar de que detrás del asunto estuviera una multinacional de amplio recorrido y que, por lo tanto, la seriedad se diera por descontada, pensé que era una típica acción de relaciones públicas, acaso de “lobby”, y poco más. Recordé iniciativas similares que terminaron resolviéndose en la ejecución de unos pocos actos de poca monta pero, al disponer de un programa de cultura en un canal local, me pareció pertinente husmear el tema y difundirlo. Al fin y al cabo, era una iniciativa loable aunque se me antojara algo cándida.

r41p44g3Al llegar a las instalaciones, con el aparataje de la televisión, me topé, sin embargo, con un calco de la reconocida fundación Bigott, de propósitos similares, que prohijaba la misma compañía en Venezuela. Descubrí un entusiasmo sin límites y que se contaba ya con la asesoría de estudiosos de la cultura popular. Tuve la sensación de que el asunto iba en serio y el tiempo transcurrido así lo ha  comprobado: la labor de la Fundación British American Tobacco no sólo ha enriquecido mi manera de advertir la cultura, como la de tantos otros, sino que me ha permitido trasegar por caminos que no hacían parte de un itinerario vital que se había circunscrito, más bien, a los ámbitos de una cultura académica, aun elitista si se quiere aunque de ninguna manera despreciable, que me distrajo de la riqueza que había a mi alrededor. El mismo patrimonio que esta singular organización ha puesto en evidencia a lo largo de una década.


De hecho, se ha realizado una labor excepcional cuyos logros, al mirar hacia atrás, se advierten como imprescindibles sobre todo en un país donde el abandono de muchos de los temas que definen la identidad ha sido flagrante aun por parte del Estado. La Fundación BAT se ha convertido en un auténtico soporte del reconocimiento y ha tenido, además, la fortaleza de congregar a numerosas entidades, tanto de la órbita privada como Servientrega y la Casa Editorial El Tiempo y de la pública que incluyen a la Presidencia de la República, al Ministerio de Cultura, al Banco de la República, a la Conferencia Episcopal, a las alcaldías de numerosos municipios y a las gobernaciones de varios departamentos entre otras, con el fin de rescatar manifestaciones esenciales que definen la diversidad colombiana. En una paradoja, muchas de ellas se mimetizaban tras otras actividades del mismo ámbito popular que gozaban de un mayor relieve mediático.

Las cifras de las realizaciones de la Fundación resultan asombrosas: a lo largo y ancho de la geografía se han realizado un total de 383 eventos, a los cuales han asistido algo más de cinco millones de personas. Se han presentado en varios escenarios, sobre todo bogotanos, 29 fiestas populares, desde las más reconocidas hasta varias que eran desconocidas por la inmensa mayoría, a partir del concepto de que el patrimonio vivo, además de ser salvaguardado, tiene que ser difundido y registrado como propio por  diferentes públicos. Se creó el Salón de Arte Popular, del cual se han llevado a cabo tres ediciones, la última se acaba de inaugurar en la Biblioteca Luis Ángel Arango de Bogotá, por considerar que es urgente generar procesos de acercamiento y de reconocimiento a la médula creativa de un pueblo. Sendas selecciones de los dos primeros salones se han presentado en varias ciudades de Colombia hasta completar 37 exposiciones itinerantes. Es preciso mencionar, también, la importante exposición de máscaras del Sibundoy, Alto Putumayo, que puso de relieve, en varias ciudades, una valiosa afirmación autóctona, así como el Festival BAT de Nueva Música Colombiana que se llevó a cabo con el fin de destacar nuevas propuestas en un campo tan rico como el de las sonoridades que produce la juventud.

En el campo de las publicaciones se han ejecutado ocho ediciones de la revista Anaconda, especializada en temas afines con la temática de la Fundación; tres libros catálogos, con las obras seleccionadas para los Salones BAT de Arte Popular, que constituyen un importante aporte a la bibliografía del arte colombiano, y se editaron, junto con Intermedio editores, los dos volúmenes de Colombia de Fiesta. Asimismo, se han publicado los llamados “kits educativos”, verdaderas memorias didácticas sobre las fiestas populares, que han sido repartidos a numerosas bibliotecas públicas de la mayoría de los municipios del país. Desde luego se cuenta con una página web, www.fundacionbat.com.co, que registra más de 130.000 visitas mensuales, en promedio.

El mayor fruto de la Fundación BAT tiene que ver con el reconocimiento de la gente y sobre todo de los creadores, en vista de que alrededor de 9.000 artistas nacionales, de las más diversas disciplinas, han encontrado, y siguen haciéndolo, gracias a una entidad única e indispensable, apoyos reales, espacio de reconocimiento y divulgación, y sobre todo una voz de aliento cuyo ardor no cesa de poner de presente que la nacionalidad se nutre en gran medida del ímpetu estético y de la capacidad de expresarse que tienen aquellos que la conforman.

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