Nunca nos imaginamos que fuéramos capaces de retroceder al nivel de ineficiencia que mostraba la Registraduría hace cincuenta años y por otra parte tener la sorpresa de un Partido Conservador que se fortaleció enormemente durante el gobierno de Uribe. Por Guillermo Núñez Vergara, ex presidente de la Asociación Bancaria.
A. LO EVIDENTE
1. El gran fracaso de la Registraduría. Lo primero y más protuberante que saltó a la vista fue la incompetencia de la Registraduría para contar los votos. Este hecho nos hizo recordar épocas pretéritas que los colombianos creíamos superadas. El diario El Tiempo en su edición del pasado 24 de marzo de 2010 y en la sección “Hace 50 años” publicó la siguiente información: “A la lentitud por parte de la Registraduría del Estado Civil para suministrar los datos electorales completos correspondientes a la votación del pasado domingo, se le suman varios rumores sobre el caos que se vive en el seno de la institución, incluso se ha llegado a hablar de fraude”.
Cincuenta años después y ya en el siglo XXI, repetimos la situación arriba descrita, pero adicionada con la “perla” del señor Registrador cuando resolvió afirmar que le estaban cobrando la independencia que había mantenido frente al Gobierno. De manera que además de incompetente resultó también despistado, porque el “oso” en el conteo de los votos es culpa exclusiva de la Registraduría y por lo menos debería saber que la responsabilidad descansa en cabeza de quien dirige la institución.
Este lamentable episodio me hace recordar el acontecimiento que hace varios lustros se vivió en Rusia, cuando un joven piloto de un pequeño avión monomotor aterrizó en la Plaza Roja de Moscú, sin que fuera detectado por los radares. Producido el hecho, el Ministro de la Defensa renunció de manera inmediata, sin tratar de dar explicaciones para justificar el hecho, ni dilatar su retiro mientras se iniciaban y adelantaban las investigaciones de rigor.
La gravedad de lo sucedido en la Registraduría no la podemos minimizar y mucho menos cuando estamos próximos a una elección presidencial que puede resultar muy reñida.
2. Segunda vuelta para la elección presidencial. Los resultados obtenidos por los distintos partidos y movimientos políticos inducen a pensar que ninguno de sus candidatos a la Presidencia de la República pueda obtener más del 50% de los votos que se van a depositar en la primera vuelta y en donde estarán compitiendo todos los candidatos.
Con Álvaro Uribe en los años 2002 y 2006 el triunfo se obtuvo en la primera vuelta y esto se refleja en una fortaleza que ninguno de los aspirantes, en esta oportunidad va a poder lograr.
3. Composición del Congreso. Aunque este tema todavía no es objeto de mayor preocupación, lo cierto es que en pocos meses estaremos abocados a las negociaciones políticas encaminadas a conformar una mayoría en el Congreso que le permita al gobierno adelantar su programa con los menores contratiempos y sobresaltos posibles.
En este momento ya es evidente que no va a ser fácil lograr esas mayorías y su costo será mucho más alto de lo que le representó al actual gobierno conformar y mantener las mayorías que lo respaldaron a lo largo de estos ocho años.
Sobre este intrincado y endiablado manejo, el país pondrá su atención cuando comience el nuevo Congreso, en el mes de julio.
- El problema más complicado de todos será reemplazar a Álvaro Uribe cuya gestión deja una huella imborrable, con una formidable tarea cumplida que el país reconoce y agradece y que con el tiempo se irá acrecentando cada vez más.
- Noemí Sanín, candidata del Partido Conservador cuenta con el apoyo de Belisario Betancur y Andrés Pastrana y seguramente también tendrá el respaldo de varias de las organizaciones políticas cuyos candidatos no pasarán a la segunda vuelta.
- Juan Manuel Santos tiene la representación de la “U”, movimiento político que se organizó alrededor del Presidente Uribe para respaldar su gestión y las iniciativas del gobierno. Obtuvo la mayor votación en las pasadas elecciones de marzo, pero esto no necesariamente quiere decir que puede recoger todos los votos que obtendría el Presidente Uribe si estuviera en la contienda.
B. LO POSIBLE
1. Santos y Noemí a la segunda vuelta. En la última semana de marzo, cuando se escribe este artículo, ya se dio a conocer una encuesta bastante amplia de la firma Gallup, en la cual aparece Juan Manuel Santos en el primer lugar y Noemí Sanín en el segundo lugar, con bastante ventaja sobre el resto de los competidores.
Aunque en un país como el nuestro las sorpresas están a la orden del día, me inclino a pensar que para la segunda vuelta estarán compitiendo Juan Manuel Santos y Noemí Sanín.
Santos tiene la representación de la “U”, movimiento político que se organizó alrededor del Presidente Uribe para respaldar su gestión y las iniciativas del gobierno. Obtuvo la mayor votación en las pasadas elecciones de marzo y el país lo ve como el mejor defensor y continuador de la obra de Uribe, sin que esto quiera decir que pueda recoger todos los votos que obtendría el Presidente Uribe si estuviera en la contienda. En caso de resultar ganador, posiblemente le resulte menos difícil que a Noemí conformar unas mayorías en el Congreso que respalden la gestión del gobierno.
Noemí Sanín, a diferencia de las dos ocasiones anteriores en que fue candidata a la Presidencia de la República, encabezando movimientos propios, esta vez se inscribió en el Partido Conservador y ganó la consulta, en reñida competencia con Andrés Felipe Arias, el gran defensor del gobierno de Uribe. Además, el partido obtuvo la segunda votación más alta, por encima del Partido Liberal y se convirtió en una fuerza política de gran envergadura e importancia, figuración que había perdido antes de llegar Uribe a la Presidencia.
Los dos últimos presidentes de origen conservador, Belisario Betancur y Andrés Pastrana ganaron las elecciones encabezando movimientos políticos que ellos mismos conformaron y distintos al Partido Conservador que no tuvo más remedio que adherir a esas dos candidaturas, con poco sabor conservador.
Noemí cuenta con el apoyo de estos dos ex presidentes y seguramente también tendrá el respaldo de varias de las organizaciones políticas cuyos candidatos no pasarán a la segunda vuelta.
Un gobierno de Santos se enrumbaría por un camino más parecido al de Uribe y tendría más posibilidades de definir con mayor claridad el programa de la administración, mientras que en un gobierno de Noemí la participación de quienes le acompañarían provendría de variados matices, cuyos puntos de vista no es fácil de compaginar.
Aparte de las distintas connotaciones que tendría uno y otro gobierno, cualquiera de los dos tendrá que enfrentar problemas muy complejos, especialmente en el campo social donde se requieren urgentes iniciativas, lo mismo que en el campo fiscal y tributario, pero el problema más complicado de todos será reemplazar a Álvaro Uribe cuya gestión deja una huella imborrable, con una formidable tarea cumplida que el país reconoce y agradece y que con el tiempo se irá acrecentando cada vez más, lo mismo que su imagen e influencia en los destinos de la Nación.