Asociación Nacional de Anunciantes de Colombia
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Bogotá, Colombia

Los ilustrados opositores y las grandes mayorías

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Los colombianos ven y entienden claramente que Uribe recibió una casa derrumbada por la violencia y el terrorismo de  la guerrilla, el narcotráfico y los paramilitares y que gracias a su inquebrantable voluntad de lucha y férrea decisión logró levantarla nuevamente. Por Guillermo Núñez Vergara, ex presidente de la Asociación Bancaria de Colombia.

A lo largo del presente año, durante los debates del referendo en el Congreso, aprobado finalmente en la última semana de agosto, los opositores a una tercera reelección del Presidente Uribe, algunos de ellos reconocidos periodistas y columnistas, enfilaron sus baterías argumentando que el  referendo atentaba contra las instituciones democráticas y la Constitución Nacional, tesis que finalmente no hizo mella alguna en la opinión o como diría el caudillo popular Jorge Eliécer Gaitan, en el país nacional, porque lo evidente e irrebatible es que las preferencias del voto por Uribe fueron  creciendo a lo largo del año. Ahora, que estamos a menos de ocho meses de las elecciones presidenciales, la encuesta de Napoleón Franco, conocida en los primeros días de octubre, indica que las preferencias son de más de 65% a favor de Álvaro Uribe y también a favor del referendo con alrededor de 65%.


A los enemigos de la reelección no les quedó más remedio que cruzar los dedos con la esperanza de que la Corte Constitucional hunda el referendo y mientras tanto han resuelto atacar directamente las ejecutorias del Gobierno. Algunos conocidos “orientadores” de la opinión, han tratado hasta de minimizar los resultados de la política de la seguridad democrática, aduciendo que a los colombianos se les ha vendido este programa en forma habilidosa, de tal manera que la gente no se da cuenta de los errores y los fracasos de la actual administración, es decir, que los colombianos tienen  una percepción equivocada de la realidad.

r40p30g2Sin entrar en disquisiciones filosóficas y jurídicas sobre los fundamentos del régimen democrático y las instituciones que lo soportan, la evidencia expresada en un lenguaje simple y sencillo es que los colombianos ven y entienden claramente que Uribe recibió una casa derrumbada por la violencia y el terrorismo de la guerrilla, el narcotráfico y los paramilitares y que gracias a su inquebrantable voluntad de lucha y férrea decisión logró levantarla nuevamente. Además el Gobierno de Uribe tuvo el acierto de reconstruir la casa con el frente mirando hacia el Norte.

Los Estados Unidos nos han acompañado y colaborado de manera leal en la lucha contra el  terrorismo y el narcotráfico. En cambio, las demás naciones más cercanas a nosotros y que ahora conforman el Unasur se han desentendido del problema porque consideran que ese es un asunto estrictamente colombiano y hasta algunos vecinos han resuelto proteger esas fuerzas terroristas.

Por eso, Álvaro Uribe en la reunión de Unasur, celebrada en Bariloche a fines del pasado mes de agosto, puntualizó con toda razón que esta organización de  países suramericanos no solamente debería hacer frente común para luchar contra fuerzas extrarregionales, sino también intrarregionales que causen perturbación y pretendan tener injerencia en los asuntos internos de otro país.


Pero también es claro que no basta tener la casa en pie, sino que es necesario hacer importantes arreglos dentro de la misma y en un tercer período de Uribe sería indispensable acometerlos para responder a los delicados problemas sociales que saltan a la vista: Las altas tasas de desempleo que tenemos y que se encuentran entre las mayores de América  Latina, inclusive en los años anteriores en que nuestra economía tuvo un crecimiento importante. Una causa importante de este negativo comportamiento ha sido la decisión de privilegiar el capital con enormes incentivos y subsidios empresariales, dejando relegada a la mano de obra.

También registramos elevados índices de pobreza e indigencia que resultan aún más desafiantes con los recientes escándalos del programa “Agro ingreso seguro” cuyos recursos debieron haberse dirigido exclusivamente al campesino, el pequeño agricultor y a los miles y miles de desplazados para facilitarles el regreso a sus tierras y que resultaron olvidados, para atender en su lugar a personas de altos ingresos.


Estos hechos ponen de presente que para evitar futuros y graves conflictos sociales, se requiere una corrección de fondo en la política social, para permitir que la mayor riqueza y el crecimiento sirvan también para beneficiar a los colombianos más pobres, que son la mayoría y que aun así creen en el Presidente Uribe, el arquitecto que no solamente reconstruyó la casa sino que además ha demostrado un gran coraje y valentía para enfrentar  tanto nuestras perturbaciones internas, como también las arremetidas de los vecinos.


Además, Uribe es el líder político que tiene la mejor sintonía y comunicación con sus electores, o para decirlo con el lenguaje de los jóvenes hay “química” entre Uribe y el pueblo colombiano, lo cual le da una ventaja descomunal frente a cualquiera de los candidatos o precandidatos que se han lanzado a la arena y que aspiran a reemplazarlo. Tampoco debe olvidarse que los votos de Álvaro Uribe no son endosables y que las organizaciones políticas que lo respaldan terminarán disgregándose, en caso de no ser Uribe el candidato.


La regla general de la alternación y el cambio que en lenguaje sencillo podría resumirse en la célebre frase, según la cual a los colombianos nos gusta ver caras nuevas en los carros oficiales, cumple a cabalidad con el principio de la excepción tratándose de Álvaro Uribe, porque la gente lo que quiere es seguir viéndolo como Presidente.


Ojalá que en el estudio del referendo que adelanta la Corte Constitucional no aparezca el incumplimiento de algún requisito de trámite, dentro de nuestra endiablada normatividad jurídica que terminaría frustrando la aspiración de las nítidas mayorías que desean pronunciarse en el referendo y cuya realización es lo más conveniente para el país.

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