Ya que me preguntan con frecuencia el porqué de los vocablos artes y oficios para la Escuela de Artes y Oficios Santo Domingo, y para escuelas similares a ésta que han acuñado los términos casi como nombre genérico, se me hace interesante intentar dar una explicación. Por María Isabel Restrepo R., directora de la Escuela Artes y Oficios Santo Domingo.
En primera instancia debemos considerar que por lo general se entienden como arte las disciplinas más elevadas, tal es el caso de la pintura, la escultura y la arquitectura; y como oficio, las demás, un poco más serviles y “menos dignas”, como la cerámica, el bordado y la platería. En el mismo sentido, la bibliografía que se puede encontrar de ellas también hace algo de distinción. Por ejemplo, mientras que para la pintura existen tratados extensísimos y variados, para la marroquinería no los hay. Aunque posiblemente se podría encontrar literatura como textos explicativos de las técnicas para la platería, que tanto ha tenido que ver con el arte sacro, pero en general los oficios carecen de este tipo de documentación, porque culturalmente no existía la necesidad de escribirlos. Es así como incluso hoy para aprender un oficio no se requiere, en principio, ninguna capacitación teórica.
Pero además, y aunando todos estos principios y discusiones de las diferencias entre arte y artesanía, o mejor, entre arte y oficio, se gesta en Inglaterra el movimiento Arts and Crafts, en una época comprendida entre finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, con la premisa de ir en contra de la producción industrial, su masificación y su estética, que no concordaba para nada con la que estaba en vigencia antes de la era industrial.
Desde principios de esta era, los diseñadores y puristas de la estética en boga desde la era victoriana, sintieron la necesidad de ir en contra de la cantidad en la producción de objetos de uso cotidiano, incluso de la arquitectura, que amenazaba la calidad, la unicidad y la belleza de estos objetos preciosos.
Para este momento, Inglaterra lideraba, con otras naciones, el tema del diseño. Verdadero horror era lo que les producía a estos estetas, la estética misma y lo que significaba en general el mundo de la era industrial. En el panorama se vislumbraba una pelea entre lo culto, lo costoso y lo refinado contra lo brutal, lo barato y lo masivo.
Buscaban salvar y mantener la perfección de los objetos. Llegar a esta perfección implicaba estudiar objetos anteriores de alta calidad y belleza, conocerlos, imitarlos y posteriormente sentir que se dominaba tanto la técnica tradicional que se podía innovar con ella hacia diseños más contemporáneos. Un proverbio japonés refleja a la manera oriental esta búsqueda occidental de la perfección: “Primero adquiere una técnica infalible y luego abre paso a la imaginación”.
Y para lograr esta meta, se recurría a la altura y espiritualidad de las artes (artistas) y al conocimiento y destreza de los oficios (artesanos). El artista y el artesano debían ser uno solo, las artes y los oficios iban unidos.