¿Cómo sería despertar sin esta bebida predilecta por muchos? ¿Qué hay detrás de una taza de café?. Un campesino sonriente con bigotes, sombrero y poncho es la imagen del cafetero colombiano. También lo es la de la ‘gaviota’ recolectora, con los dedos llenos de tierra fresca mientras toma los granos de los cafetales. Dos imágenes radiantes de gente sencilla que disfruta de su trabajo, postales que solo muestran la cara amable de un oficio y no reflejan toda su realidad.
¿Qué pasaría en la vida de los amantes del café si ellos decidieran dedicarse a cultivar y trabajar con otro producto? ¿Si al levantarse cada mañana los colombianos no pudieran disfrutar de su bebida favorita? ¿Si no pudiera ofrecerse a las visitas y no fuera la mejor excusa para una buena conversación? ¿Si en las reuniones de trabajo no se pudiera pedir un ‘tintico’? ¿Cómo afectaría la vida cotidiana del país que el café pasara a ser una bebida de lujo?
En la mayoría de los países cafeteros, la caficultura no es un negocio rentable ni sostenible. Los ingresos de los productores dependen de factores ajenos a ellos como el clima, la oferta y la demanda y la alta volatilidad en los precios. Vivir dignamente del café es una lotería y pocos consumidores saben eso, que poder disfrutar de aquella taza aromática que los acompaña día a día es una suerte.
A estas problemáticas se suman otras como la baja productividad, los altos costos de producción, la escasez de la mano de obra y el envejecimiento de quienes se dedican a esta actividad, condiciones negativas que han llevado a los más jóvenes a optar por otros oficios y han puesto en riesgo la posibilidad de un relevo generacional de cafeteros en el campo. Sin estos campesinos trabajadores, nadie podría disfrutar del café a diario, se convertiría en un lujo y no en una bebida de consumo diario.
Detrás de una taza de café están miles de trabajadores con problemas. La caficultura no es sostenible y cada día esto es más evidente para quienes están en el negocio. Por esa razón, grandes compañías y pequeños emprendedores han tomado conciencia sobre la situación y poco a poco implementan estrategias y acciones, con el fin de garantizar que todos los amantes de este aromático grano sigan teniéndolo al alcance. No obstante, el objetivo no es suplir el mercado a costa del detrimento de la calidad de vida de los campesinos, sino generar estructuras de negocio que permitan un ‘gana gana’ para todos los involucrados en la cadena de producción y, por supuesto, cumplir con los estándares de los consumidores.
En 2009, la Federación Nacional de Cafeteros prendió alarmas sobre las cifras de productividad del negocio en Colombia, pues sus niveles fueron muy bajos ese año. Entre las estrategias que nacieron para afrontar la situación desde el sector privado, se implementó el Plan Nescafé, un programa mundial orientado a apoyar a los países mediante la recuperación de su nivel de producción, que llegaría ahora al país.
Así, Nestlé pensó en lo que representaría para los amantes del café dejar de tener su bebida predilecta en la vida cotidiana y contempló los distintos factores que afectaban a la industria cafetera, viéndola más allá del grano y se enfocó en todo su contexto, aplicando a la vez la estrategia de Creación de Valor Compartido, la forma en la que la compañía busca hacer negocios y que vela por la buena nutrición, el cuidado del agua, el desarrollo rural y el empleo juvenil.
Esta estrategia hace un acompañamiento constante a los agricultores con la implementación de nuevas metodologías y la oferta constante de formación en prácticas de agricultura sostenible. También se enfoca en la productividad, a través de buenas prácticas agrícolas que, finalmente, buscan mantener la viabilidad económica de la cultura del café, mediante la mejora del rendimiento y la optimización de los costos de producción.
El Plan Nescafé inició en Colombia en 2010 y en 2015 ya estaba en diez municipios del Valle del Cauca y cinco de Risaralda, donde se han entregado más de 35 millones de plantas de café variedad Castillo resistentes a la roya, se han renovado más de cinco mil hectáreas de cultivo de café y 16.849 cafeteros han recibido capacitación en buenas prácticas agrícolas.
La Creación de Valor Compartido también implica el cuidado de los recursos hídricos y, a través del programa de Gestión Inteligente del Agua, también conocido como Manos al Agua, el Plan Nescafé ha actuado en 25 microcuencas de cinco departamentos colombianos, donde se sensibiliza a los productores de café, con el fin de que no desperdicien el agua y no contaminen las fluentes acuíferas.
El Plan Nescafé tampoco es ajeno a la situación política colombiana y, por eso, en 2015 llegó a los municipios de Pradera y Florida, considerados críticos durante el posconflicto. Esto reafirmó el compromiso de ser generador de paz en estos territorios y de cumplir los objetivos que anunció siete años atrás de ampliar su cobertura y trabajar de la mano del gobierno y de la Federación Nacional de Cafeteros para lograr la sostenibilidad del negocio del café y mejorar la calidad de vida de los campesinos caficultores.
Con este programa, quienes toman café a diario no tendrán que preocuparse en el futuro y, además, sabrán que cada gota de Nescafé es una gota de consumo responsable.
Fuente: http://www.eltiempo.com