La vicepresidente mundial de Mastercard explica el valor de las mujeres en las juntas directivas, así como la capacidad de desarrollo que dan los pagos electrónicos.
Nacida en un hogar humilde de Inglaterra, la matemática Ann Cairns no solo es una de las mujeres más poderosas del mundo, según los rankings de la revista Fortune, sino que desde junio de 2018 es la vicepresidenta ejecutiva de Mastercard a nivel global.
Al mismo tiempo es una aguerrida defensora y promotora de la igualdad de género en el ámbito laboral, así como del empoderamiento femenino. Es la responsable internacional del Club del 30%, una organización que busca aumentar la presencia de las mujeres en las juntas directivas de las empresas. Cairns estuvo en Bogotá y habló con Dinero sobre su trabajo y el de Mastercard.
¿Qué la llevó a interesarse por los temas de género?
Durante muchos años estuve en el mundo corporativo, manejando mi propia carrera y no era plenamente consciente de las barreras que enfrentan las mujeres. No veía mujeres que subieran a la cima de su profesión y se metieran en las juntas directivas de las empresas. Con el tiempo, comencé a pensar “esto no está bien, necesito comprometerme y hacer algo”. Y este tema se convirtió en mi pasión.
¿Cómo implementó esa pasión en su empresa?
Hace 8 años, cuando me uní a Mastercard, me encontré con muy pocas gerentes, una de ellas era Marcela Carrasco, que es la jefa de Colombia. Así que durante los primeros años cuando viajaba por todo el mundo hablaba con los gerentes de reclutamiento para pedirles que contrataran más mujeres gerentes y, aunque dijeron que sí, no pasó nada. Pensé que era claramente una ejecutiva poderosa e ineficaz (risas). Luego mi directora de recursos humanos me aconsejó preguntar a los gerentes de contratación si en sus listas de candidatos para los jefes de país aparecían mujeres, cómo llevaban a cabo las entrevistas y cuál era el criterio de selección final. Tan pronto como comencé a hacer esas preguntas, en el primer año contratamos 10% más de mujeres y fue solo por hacer la pregunta, pues había un sesgo oculto.
¿Qué impacto tuvo el mayor liderazgo femenino en el negocio?
Muchas investigaciones muestran que las empresas que tienen un mejor equilibrio de género presentan un mejor desempeño financiero. Pero junto con la equidad de género se presenta otro fenómeno y es que ya no solo se califica a las empresas en términos de su resultado final (P&G), sino también por su impacto social. El concepto de hacer el bien para que te vaya bien es realmente poderoso. Debido a que en Mastercard tenemos esa premisa, tendemos a atraer personas que realmente disfrutan trabajar en este tipo de entornos. Eso se ha reflejado además en el desempeño de la compañía.
¿Cómo hace Mastercard para hacer el bien? ¿Todo es con tecnología?
Siempre hemos sido un fintech, es decir, una empresa financiera de base tecnológica, y lo que hemos hecho es trabajar con los celulares, que por su amplia penetración ayudan a reemplazar el efectivo. Tenemos una red que funciona en más de 200 países. Esta nos ha servido para introducir pagos móviles y digitalizar muchos de nuestros servicios. Como sabíamos que 2.500 millones de personas estaban excluidas del sistema financiero, en 2015 nos comprometimos a incorporar 500.000 y lo hicimos. Lo logramos trabajando con los gobiernos. Descubrimos que muchos realizaban pagos a sus ciudadanos, pero lo hacían en efectivo y este, por su naturaleza, desaparece o no llega el usuario final de la manera deseada. Así que con tecnología les empezamos a ofrecer métodos de identificación (podían tomarse fotos, acceder a reconocimiento de voz o tal vez escanear su iris), que les permitieran abrir cuentas de ahorro.
¿El gran reto entonces es la identidad digital?
Sí, en eso todavía estamos trabajando. Si naces en una zona rural pobre, es posible que no te registren al nacer, especialmente si eres niña. Es posible que nunca tengas una licencia de conducir, que nunca obtengas un pasaporte o todas estas cosas que ayudarían a identificar quién eres. Entonces, si pudieras idear un sistema de identidad digital con tus datos biométricos, sería una forma de decir “esta persona, es quien dice ser y tenemos toda la información en internet”. Otro desafío son las cadenas de suministros para los pequeños tenderos. Eso lo estamos trabajando en África en alianza con Unilever y nos está dando resultados.
Colombia tiene un vasto mercado informal, ¿qué desafíos implica eso para Mastercard?
85% del consumo personal en Colombia se realiza en efectivo, es uno de los más altos de América Latina. La pregunta es cómo podemos construir el ecosistema correcto y la respuesta es involucrar a todos los jugadores. Al final lo que necesitas es generar una experiencia que sea mejor que el efectivo. Que, por ejemplo, los comercios entiendan la propuesta de valor, la importancia de los datos y el impacto que podrían tener en sus negocios. Así se puede lograr que la tecnología se adopte con menos fricción que cuando se impone a la fuerza.
¿Hay alguna iniciativa en la que esté trabajando en Colombia para llegar a los que están en la base de la pirámide?
Tenemos varias, algunas están relacionadas con dejar de hablar de inclusión financiera y comenzar a pensar en la inclusión digital, porque eso es lo que está creando esta nueva era. Tienes a todos estos gigantes digitales jugando un papel en la forma en que consumimos y usamos nuestros productos.
¿Pero cómo podemos llegar a los propietarios de pequeñas empresas?
La idea es dejarles ver el valor de recibir pagos electrónicos, pues implican un cambio importante en sus negocios. Algunos tenderos, por ejemplo, han cambiado la forma en que se organizan y almacenan su mercancía. Otros incluso se ofrecen para pagar facturas en sus tiendas, y así sucesivamente. Con el uso de la tecnología se dan cuenta que esta no solo implica pagar más impuestos, sino que pueden ganar más dinero al presentarles más servicios a sus clientes. Además, deberíamos trabajar más en Colombia en cómo llegar a la comunidad rural.
Volviendo a los temas de género ¿cómo llegó al Club del 30%?
No fui yo quien tuvo la idea de crear el Club, fue de Helena Morrissey, quien era la CEO de Newton Asset Management. Ella se dio cuenta que casi no había mujeres en su negocio de gestión de activos, ni en la banca, ni en los seguros y tampoco en las juntas directivas. Y ahí empezó todo en 2011. En ese momento solo había 9,5% de mujeres en las juntas de las 350 principales empresas de Gran Bretaña. Hoy ya son 30%. El concepto comenzó a ser muy querido en el mundo y la gente preguntaba cómo podían comenzar un club similar en sus países.
¿Cuál es el aporte de las mujeres a las juntas directivas?
Diversidad de pensamiento. Además, aunque algunos piensan que las mujeres son más reacias al riesgo, en realidad no es así, somos buenas tomando riesgos porque los sopesamos mejor. Y en la industria financiera, creo que es útil tener ese pensamiento. Así mismo la capacidad de hacer varias tareas a la vez (multitasking) es muy femenina, lo cual es una ventaja en los negocios, en especial si se combina con el enfoque que tienen los hombres para encontrar la solución a un problema. Tener ambas habilidades en una empresa le da amplitud y profundidad al negocio.
Fuente: https://www.dinero.com