Durante la reciente temporada navideña, caracterizada por un bombardeo constante de publicidad y un ambiente festivo que nos incitaba al consumo, hemos observado cómo las marcas locales continúan ganando terreno al conectarse más profundamente con las personas. Los consumidores valoraron regalar productos representativos de sus regiones, percibiéndolos como más personales, auténticos y estrechamente ligados a su identidad cultural. Mientras las marcas globales ofrecían productos estandarizados presentes en todo el mundo, las locales aprovecharon su ventaja distintiva, algo que anteriormente no sucedía.