Las prácticas responsables tienen efectos positivos en la rentabilidad.
El caso empresarial de la sostenibilidad podría parecer bastante básico y hasta obvio: La responsabilidad empresarial y la inclusión del enfoque de sostenibilidad desde la perspectiva de los impactos sociales, económicos y ambientales que generan las empresas, es una manera de aportar, desde las organizaciones, elementos para construir un planeta más próspero, un medio ambiente más sano y una sociedad con mayores niveles de bienestar y equidad.
Como se ha analizado extensamente por académicos y generadores de opinión, la agenda global de desarrollo proyectada al año 2030, resulta de la re-edición de los objetivos de desarrollo del milenio a unos objetivos de desarrollo sostenible, más ambiciosos y completos: reducción de la pobreza, más y mejor educación, mayor equidad, recursos naturales más conservados, procesos productivos más responsables, instituciones más fuertes y confiables, sociedades más pacíficas, alianzas globales y locales para el desarrollo, entre otros.
Por esto, el llamado al sector empresarial para contribuir a alcanzar esos objetivos se ha hecho no solo porque es nuestra responsabilidad como ciudadanos corporativos, sino porque sin la contribución del sector privado resulta prácticamente imposible alcanzar niveles aceptables de cumplimiento de dicha agenda global de desarrollo.
Pero, después de tantos años dedicados a estudiar, reflexionar, diseñar y aplicar modelos y ejercicios de responsabilidad social corporativa, sostenibilidad organizacional, ciudadanía corporativa o valor compartido; y antes de que tanta terminología - distinta en apariencia pero absolutamente convergente y coincidente en la esencia - termine por confundir la aproximación de las organizaciones a la cuestión, bien vale la pena recordar que la sostenibilidad corporativa no es un camino de una sola vía en el que las empresas adelantan esfuerzos individuales, aislados y ,casi siempre, ajenos a la propia cadena de valor de la organización para contribuir bienintencionadamente a un mundo mejor.
Es vital entender que esos esfuerzos redundan también en empresas más sólidas, mercados más competitivos, procesos productivos más innovadores y resultados financieros más atractivos.
Lejos están aquellas épocas en las que se entendía el ejercicio de responsabilidad y sostenibilidad como una bonita intención retórica, filantrópica y totalmente aséptica al desempeño económico y a la productividad. Muy por el contrario, hoy más que nunca las organizaciones entendemos que nuestra principal fuente de ventaja competitiva sostenible proviene de la responsabilidad y sostenibilidad en su más completa y comprehensiva definición, en otras palabras, la nueva clave de la competitividad micro y macro.
Si bien es cierto que en muchas ocasiones las bondades de la sostenibilidad corporativa son difíciles de cuantificar y de insertar en las estrategias de negocio, esto se vuelve un reto particularmente importante en un mundo acostumbrado a hablar en términos de ROI y rendimientos financieros, desde la academia y distintos organismos internacionales ya se han adelantado esfuerzos para lograr cuantificar estos beneficios derivados de la responsabilidad social y ambiental de las empresas.
Se ha logrado identificar, por ejemplo, una co-relación positiva entre el compromiso con la sostenibilidad y mejores rendimientos financieros (earnings per share son 3.9 veces mayor en una empresa con un compromiso real con la sostenibilidad en comparación con empresas que no trabajan en estos temas según Gallup study: Engaged Employees Inspire Company Innovation Washington D.C., Gallup Management Journal, 2006).
La adopción de prácticas social y ambientalmente responsables sí tiene impactos positivos en la rentabilidad de las organizaciones en el largo plazo, siempre y cuando se hagan de manera adecuada y respondiendo a los verdaderos impactos y riesgos de la operación empresarial.
Con esto en mente vale la pena entonces valorar iniciativas concretas de desarrollo de competitividad a lo largo de toda la cadena de valor, como el Programa de Negocios Competitivos para Pymes que lidera la oficina para Hispanoamérica del Global Reporting Initiative (GRI) con sede en Bogotá y cuenta con el financiamiento del Programa Suizo de Cooperación al Desarrollo Económico en Colombia.
Esta iniciativa busca motivar a las Pymes a comprometerse con el desarrollo de reportes de sostenibilidad y que con ello puedan identificar, medir, gestionar y comunicar los aportes e impactos en sostenibilidad, y sumar valor a su operación, fortaleciendo la relación con sus compradores y otros grupos de interés, siempre bajo la lógica de encadenamientos productivos y competitivos.
Este tipo de iniciativas hacen que veamos con más claridad que el modelo de sostenibilidad es definitivamente una apuesta por la competitividad y la innovación.
Fuente: https://www.portafolio.co