Acabo de cumplir 44 años, y estoy en la industria publicitaria desde hace diecisiete. Tengo dos hijas y el Día del Padre está por llegar. Como alguien que vivió ideando campañas publicitarias y tácticas de marketing –luchando con las angustias de la economía de persuasión-, pienso que conozco cómo seducir a la gente para que compren cosas. Y me sorprende ver cuán fuera de contacto están los marketers respecto de la noción de ser un padre en nuestra cultura.
De acuerdo con las listas de ideas de regalos de Business Insider y The Huffington Post, yo y millones de padres como yo estamos en desesperada necesidad de ropa interior confortable, algún hobby pasado de moda y un drone de cualquier tipo. Mi hedonismo me debería guiar hacia exclusivos cigarros y bourbons, mientras mis caprichos deberían permitirme hacer alarde de un tocadiscos antiguo, un traje a medida o un reloj parlante. Yo, por supuesto, no tengo ningún interés en estos pretenciosos estereotipos, y a mi esposa le digo, si está leyendo esto, que no me regale ninguna de esas cosas.
Es interesante: el trabajo que nuestra industria envía a la cultura está erosionando firmemente al estereotipo del padre cuando buscamos reflejar a las familias multiculturales o unisex que encontramos todos los días. De manera similar, el ahora anticuado estereotipo de la madre que se queda en la casa ha dado paso al entendimiento de que las madres trabajadoras convierten a nuestros hijos y a nuestra sociedad en mejores que antes. ¿Por qué, entonces, la cultura no ha tratado de hacer lo mismo con la figura del padre, sino todo lo contrario?
Pienso que, como dice el refrán, el padre americano es el que trabaja duro en nuestra cultura. Muy duro. Alguien que siempre recuerda las conferencias de la empresa pero se olvida de los aniversarios. A menudo distraído por los problemas de un cliente, no suele estar “allí” en los eventos familiares. Se sacrifica hasta perjudicarse, para confortarse con sólo saber que “la familia está a resguardo” cuando él no está.
Este estereotipo se perpetúa también en la industria publicitaria. Nosotros trabajamos mucho. “Si usted no viene el domingo, no se moleste en venir el lunes”, fue el juego de palabras preferido de una ex agencia. Esto produjo un trabajo excelente, innovador y salvajemente definidor de cultura. Y por eso trabajamos tan duro. Por eso estamos tan a menudo fuera de casa y llegamos tarde a la noche. Además, la fluidez y el dinamismo de esta industria hace difícil la previsibilidad fiscal, lo que puede conducir al stress y al temor en toda la agencia. Y con los siempre contraídos presupuestos y cronogramas, estamos acostumbrados a hacer más por menos para ganar y conservar negocios. Así estoy yo, un padre, de 17 años en la industria, escribiendo sobre mi propio estereotipo de “padre en la industria publicitaria”.
Da la impresión de que este tipo de persona necesita un buen viaje de relax, ¿no es así? Que podría desear esas rondas de golf en el fin de semana del Día del Padre o asar exóticas carnes en una parrilla aprobada por un célebre chef.
Tal vez este estereotipo podría ser anticuado. Que los padres de hoy necesitan reconsiderar lo que significa trabajar duro. O ver qué cosa significa para sus carreras el trabajar duro siendo un padre.
Según un estudio de Pew Research, más padres están tomando a su cargo roles tradicionalmente reservados para los estereotipos femeninos: cuidar a los chicos, hacer las compras, ganar menos que su pareja. Hoy, el 7% de los padres estadounidenses con hijos en su hogar trabaja en sus casas; esto es aproximadamente 2 millones de padres. Y a pesar de que los padres que se quedan en la casa representan sólo una fracción pequeña de todos los padres, su porcentaje está creciendo respecto del 4% que tenían en 1989.
Pero aún más contundente es que, según la ultima investigación, “buena parte del aumento de los padres que se quedan en la casa puede ser atribuida a más padres que cuidan por su familia”. Y eso es lo que quiero decir sobre el Día del Padre. No es por nosotros. Nosotros somos un estereotipo perpetuado por nosotros mismos o para nosotros mismos. Es por ellos. La familia. La gente que lo despierta a usted en el tercer domingo de junio con el desayuno en la cama. Los chicos que lavan sin destreza su auto una vez por año. La familia que anualmente le da a usted ropa interior de colores vibrantes y verdaderamente confortable.
Ellos no ven un estereotipo. Sólo ven a un padre que está probablemente trabajando demasiado en la industria que se aferró a una métrica anticuada del éxito. Por eso, en este Día del Padre, voy a recostarme en mi ostentosa hamaca y ponderar eso por un momento. Y tal vez hasta haga una siesta. Tal vez con una de mis hijas. Ellos consiguen todo de mi, que es lo que merecen.
Aquí están los padres en el Día del Padre y en todos los otros días del año, y los empleadores en la industria publicitaria para reconocer el poder de los padres más allá de la sala de redacción.
Fuente: marketersbyadlatina