En foro se debatió la responsabilidad de los medios en programas que retratan el conflicto.
En el primer foro académico sobre la responsabilidad de los medios con la memoria histórica de las víctimas, el Gobierno dijo este lunes que las series de televisión que abordan el conflicto deberían darles más reconocimiento a los afectados por la guerra. (Vea galería de fotos: El contenido violento en producciones como las Narco-novelas escandaliza al país)
Gobierno, libretistas, académicos, representantes de los anunciantes y líderes gremiales se dieron cita para debatir sobre este tema a instancias de EL TIEMPO, la Autoridad Nacional de Televisión y la Universidad Externado de Colombia, que prestó sus instalaciones para el foro ‘Responsabilidad de los medios de comunicación frente a la memoria histórica y las víctimas del conflicto’.
Durante el encuentro, Paula Gaviria, directora de la Unidad de Víctimas, afirmó que los programas de televisión en los que se muestran apartes del conflicto no pueden desconocer la realidad y el dolor de los afectados por los grupos armados ilegales, y mucho menos privilegiar a los victimarios.
En el foro se discutió la forma como algunas telenovelas han abordado el tema de la violencia, especialmente Tres Caínes, que cuenta la historia del clan Castaño y su expansión paramilitar.
La queja es que en esta serie se ha minimizado la tragedia de los afectados. Para Gaviria, las víctimas de la violencia merecen respeto por su dolor, y la principal forma de reparación por la que claman es un reconocimiento a los sufrimientos que han padecido.
“Para ellas, mucho más importante que un cheque es el reconocimiento”, dijo la funcionaria. “Yo sí que tengo historias de víctimas (...) Estoy segurísima de que tendrían muchísimo rating, son unas historias de supervivencia, de acción y que creo que sería muy importante para el país y para ellas mismas (las víctimas) que esos relatos” se conocieran, agregó la directora de la entidad estatal.
Sobre el tema, Roberto Pombo, director de EL TIEMPO, dijo que si bien cada medio de comunicación tiene el derecho de asumir el asunto como lo considere conveniente, en últimas será juzgado por sus audiencias. “En el caso de la responsabilidad histórica, cada medio de comunicación que tiene la posibilidad de meterse con la realidad actual y con la realidad histórica será juzgado también en la medida en que lo haya hecho (...) Será juzgado por sus lectores y por la historia”, dijo Pombo.
Juan Carlos Henao, rector de la Universidad Externado, resaltó lo “interesante" de la polémica, pero dijo que en ningún momento esta discusión puede poner en riesgo la libertad de expresión.
Daniel Naranjo, impulsor del movimiento ‘Dile no a las marcas que pautan con la violencia’, defendió la existencia de esa iniciativa en Twitter, que invita a los anunciantes a retirar su pauta de la serie Tres Caínes. “Uno no puede afirmar que porque le dice algo a alguien, eso es censura, esto es un llamado a la reflexión”, afirmó el experto en redes sociales.
Agregó que decir que la sociedad “no puede agruparse” para apoyar o ir en contra de algo, es ir “contra los principios democráticos”.
Por el Gobierno también estuvo el ministro de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC), Diego Molano. Se centró en los riesgos adicionales que representa Internet para la sociedad y lo que su cartera está haciendo para prevenirlos. Al término del foro, los panelistas coincidieron en la importancia de estos debates para tener muchos más elementos de juicio sobre lo que quieren las audiencias y lo que deben ofrecer los realizadores.
‘Cada empresa decide dónde anunciar’
Ante las noticias de que hubo una desbandada de anunciantes de la serie Tres Caínes, los representantes de los gremios que reúnen a los medios de comunicación y a los anunciantes coincidieron en señalar que no existe un cartel organizado para ejercer algún tipo de manejo sobre los canales o su programación.
Carlos Delgado Pereiro, de la Asociación Nacional de Anunciantes, dijo que la decisión de dónde anunciar es individual de cada empresa, y nunca se hacen acuerdos para decidir si se retiran de un determinado espacio.
Por su parte Tulio Ángel, presidente de Asomedios, defendió la libertad de información y de pauta y agregó que le parece “gravísima” la censura.
El dirigente gremial rechazó lo que llamó “acartelamiento”, lo cual, para él, es que un grupo de personas se reúna para “tomar partido” contra algún programa o algún canal. En opinión de Ángel, esto es “censura”, y adicionalmente “es peligroso para la democracia”.
Libretistas, con la opiniones divididas
Los libretistas presentes en el foro sobre la responsabilidad de los medios con las víctimas sentaron posiciones diferentes. Mientras que para Gustavo Bolívar, escritor de Tres Caínes, la audiencia es la que pide este tipo de telenovelas, Mauricio Navas, quien hace los libretos de una serie sobre Gonzalo Rodríguez Gacha, no dudó en manifestar que la responsabilidad de los contenidos es de quienes los escriben.
Bolívar se declaró “víctima” de los cuestionamientos que le han hecho. “Nadie puede decir que hay una escena en la que muestre buenos a los Castaño”, afirmó. Dijo que el libreto fue entregado hace mucho tiempo a la programadora y que por eso no lo puede cambiar.
“Pude haber cometido errores, como humano que soy, pero en Tres Caínes la intención, que era visibilizar a la víctimas, me salió al revés, por lo que no he aceptado en ningún escenario que se me diga que estoy haciendo apología ni al narcotráfico ni a la guerrilla”, agregó.
No descartó que ante la polémica las series de este tipo puedan dejarse de producir.
“El mejor remedio es el control remoto. El que quiera ver nos ve y el que no, pues no”, dijo.
Navas afirmó que el problema no es la violencia “sino el uso que de ella hacemos quienes escribimos” para televisión. Dijo que quien escribe un libreto “tiene un poder infinito y tiene que saberlo manejar”.
Límites a negocio y libertad de expresión piden académicos
Armando Silva, director del doctorado de Estudios Sociales del Externado, sostuvo que el problema de fondo en los seriados que toman como tema la violencia es que esta se da no solo de manera física, sino también simbólica. Esto, dijo, puede ser asumido de manera comercial, y no solo hay una recreación de la violencia sino un goce.
Para él, de todas maneras, en este tipo de programas lo que predomina es una intencionalidad económica muy fuerte. “El debate debe ser hasta dónde están haciendo una construcción pública este tipo de novelas, o son sencillamente parte de un aparato productivo”, afirmó.
En torno al debate de si Tres Caínes es una pieza histórica, dijo que “ahí está la trampa, en tener un negocio y hacernos creer que nos están dando la historia”.
Para el semiólogo, parte del problema radica en que no se puede asociar el lucro a una sensibilidad nacional.
Por su lado, Néstor Osuna, director del Departamento de Derecho Constitucional del Externado, arguyó que “la libertad de expresión, sin necesidad de infringir la ley, y también la libertad económica, tiene que tener en cuenta otros derechos fundamentales de los consumidores y de las víctimas del conflicto, cuando se está narrado un hecho tan cercano”.
El catedrático se preguntó “hasta qué punto es lícito un ejercicio de la libertad de expresión, que además se hace con fines lucrativos, cuando eso maltrata o desconoce la dignidad de unas personas”.
FUENTE: EL TIEMPO