Su sueño es que en una década la marca Éxito esté en unos cinco países. Reto para su sucesor.
Sin cumplir un año de vida,Gonzalo Restrepo, presidente saliente del Grupo Éxito, recibió en enero de 1952 una carta. Se la enviaban desde París sus abuelos, Gonzalo –quien ejercía allí como diplomático– y Enriqueta. En ella le daban consejos que serían muy útiles para su futura vida de empresario: “La raíz de la felicidad está en el cumplimiento del deber, la voluntad de servir y el sacrificio (…) Que te llamen sencillo en vez de explotador”, reza un aparte.
Más de 60 años después, esa carta le sirve para hacer balance a uno de los grandes ‘cacaos’ del mundo empresarial colombiano, que esta semana anunció su retiro. Restrepo deja su cargo –tras 22 años de vinculación al Éxito– “porque es el momento”.
Este empresario antioqueño, de 62 años, empezó desde joven a tener contacto con el comercio y a entenderlo como una actividad que trascendía el concepto básico de la transacción y que tenía más que ver con identificar las expectativas del cliente y fidelizarlo.
Tras concluir sus estudios de administración en EE. UU., se vinculó en 1967 a Almacenes Flamingo, fundado en 1949 por su padre, Juan Gonzalo Restrepo, y su tío Jorge Humberto. Hoy, la empresa –de la cual es accionista– es un caso destacado, por su efectividad para atender a las clases populares con crédito directo.
En 1990 llegó al Éxito, siendo gerente de Caribú Internacional. Gustavo Toro, empresario de Titiribí (Antioquia), lo invitó a hacer parte de la compañía –fundada en 1949–, que contaba con cinco locales, uno de ellos en Bogotá.
“Recuerdo largas conversaciones (con Toro), apoyados en los pasamanos del segundo piso del Éxito del Poblado (...) Él soñaba con el próximo almacén de San Antonio, en Medellín, con abrir más puntos en Bogotá y fortalecer la Fundación Éxito (…) Su muerte prematura, en 1992, me dejó una huella indeleble, y por eso nunca renuncié al cometido de hacer realidad sus sueños”, escribió Restrepo en el libro Emprendedores de Éxito, editado en los 60 años de la cadena.
Con la apertura económica, empezó a viajar y a darse cuenta de que los sofisticados hipermercados mandaban la parada en Europa y EE. UU. Concluyó que la expansión era parte de la respuesta para enfrentar la inminente llegada de gigantes como Makro y Carrefour.
Aliarse y crecer
Para estar a la altura de los retos, a mediados de los 90 buscó acompañamiento internacional y tuvo química con el Grupo Casino de Francia, que entró a formar parte del Éxito en 1999 con el 25 por ciento de participación (hoy es el mayor accionista).
En ese momento, aprender el francés fue prioridad. Su obsesión por los idiomas se resume en este consejo a emprendedores y universitarios: “Antes de pensar en una especialización, es preferible superar la carencia en idiomas”.
Luego, se trazó un nuevo plan: hacer “crecer al enano”. Y solo basta mirar las cifras para comprobar que cumplió con creces: deja un firma con 490 almacenes, casi 37.000 empleados y siete millones de clientes, que suponen ventas mayores a los 10 billones de pesos anuales.
Aunque era estratégico construir almacenes, las adquisiciones fueron su verdadero foco. Se acercó a otros grandes empresarios y se hizo con marcas como Cadenalco (propietaria del Ley), Pomona, Carulla y Cafam.
La expansión internacional también ha estado en su radar. Por eso le quedó el sinsabor de haber tenido que vender los supermercados que tenía con Cativen, en Venezuela, al gobierno de Hugo Chávez. Entonces, su plan tomó un nuevo rumbo, y en el 2011 llegó a Uruguay, donde compró la cadena de supermercados Disco y Devoto.
Su sueño es que en una década la marca Éxito esté en unos cinco países y se ubique entre las más importantes de Latinoamérica. La tarea queda en manos de su sucesor, Carlos Mario Giraldo, actual presidente operativo del Negocio del Retail. Pero, Restrepo no abandonará sus compromisos ejecutivos. Fue designado presidente de la junta directiva de la Fundación Casino, ocupará el mismo cargo en la Fundación Éxito y será consejero del Grupo Éxito.
Madrugador, amante del deporte y perfeccionista
El jueves, cuando se despidió de sus empleados, Gonzalo Restrepo pidió que le disculparan su perfeccionismo. Los que han trabajado a su lado reconocen en él su preocupación por el más mínimo detalle, su alto nivel de exigencia y su capacidad para ver lo que nadie ve. Su jornada comenzaba a las 5 a.m. con una práctica intensa de ciclismo –que en los últimos años ha ido cambiando por el gimnasio y el golf–. Llegaba a las 7:00 y era muy difícil que faltara el sábado a la oficina.
El lunes llegaba con documentos, temas y artículos traducidos -un ejercicio que disfruta-, que distribuía entre sus colaboradores para que todos a su alrededor estuvieran al día.
Constanza Gómez G.
Redacción Economía y Negocios